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Interiorismo emocional: espacios interiores convertidos en creadores de emociones positivas

La creación de lugares que representen el sentir de uno mismo, lugares que mejoren la energía, sin olvidar que la comodidad vendrá dada de nuestro bienestar físico y emocional

Laura Campos - 7 de noviembre de 2020 (Cuenca)

¿Alguna vez has entrado a un edificio, un restaurante, una habitación o una tienda y has sentido la energía que ésta emanaba? Si es así, ¿te has preguntado a que se debía este sentimiento? ¿Cómo te sentiste? Más allá de percibir la sensación de cobijo y refugio que aporta al ser humano un determinado lugar, éste también está expuesto a un acondicionamiento psicológico, bien de forma consciente o inconsciente. Incomodidad, tranquilidad, melancolía, felicidad, euforia, miedo, opresión. Son cuantiosas las sensaciones que pueden recorrer nuestro cuerpo y nuestra mente en tan solo un segundo. Es posible que los sitios en los que hayas estado, su luz, sus colores, las dimensiones o el inmobiliario hayan influenciado sin apenas darte cuenta en las emociones y sensaciones que tuviste aquel día. Dicen que a veces no es el lugar, sino la persona pero ¿nunca te has parado a pensar que esa persona te ha hecho sentir especial porque ella estaba influenciada por las sensaciones que le transmitía el lugar?

 

 

Vivimos en una sociedad donde todo funciona demasiado deprisa, nos hemos acostumbrado a un nivel de vida rápido en el que el estrés nos acompaña constantemente. Quizás ha sido la vida misma la que nos ha obligado a echar el freno y parar en seco, quizás necesitamos ralentizar, disfrutar, encontrar el silencio y saborearlo. Y nos preguntaremos, dónde podré encontrar la paz por tan solo unos minutos. Tal vez tengamos ese lugar más cerca de lo que pensamos. Para y observa. Tú hogar, cualquier local, hasta la pequeña cafetería que tienes enfrente de tu casa, en ellos puedes encontrar la comodidad y la conformidad donde hallar la paz, cualquier forma de espacio tiene el poder de renovar tu energía y ser capaz de provocarte emociones positivas.

 

La influencia de los espacios a nivel psicológico es abismal. Los diferentes tipos de espacios y decoraciones pueden despertar en nosotros un sinfín de sensaciones. La amplitud es comodidad y descanso. Algo complejo nos atrae, es desafiante. Si la armonía de los objetos que compone una sala es coherente, la sensación experimentada será agradable y cómoda. La textura de los objetos también influye, la suavidad transmite agrado. Asimismo, debemos facilitar la identificación de los objetos ya que si vemos algo conocido nos encontraremos tranquilos y “a salvo”. Por el contrario, si no identificamos algo, estaremos intranquilos y en tensión. El color, capaz de transmitir un variado registro de emociones, el blanco es la pureza, el amarillo la felicidad y el verde armonía, esperanza y paz. La temperatura también es importante, estaremos más cómodos o no según nos agrade más la calor o el frío. Finalmente, al igual que buscamos un espacio solitario donde encontrar la paz, también hay que encontrar un espacio con el que compartir sentimientos con los demás, espacios óptimos para realizar actividades conjuntas.

 

 

“En la autenticidad está lo valioso del ser humano”, cada persona es diferente y única, por lo que un espacio puede ocasionar sentimientos contrarios en diferentes personas.

 

Los ambientes emocionales son eclécticos, acogedores y placenteros donde predominan los detalles finos, las formas suaves y redondeadas, texturas agradables a los sentidos como la vista y el tacto, y una iluminación cálida que invite al relax. Estos espacios están cargados de luz, color y, sobre todo personalidad, son espacios capaces de contar historias y deleitar los sentidos de uno mismo. La decoración emocional es la elección adecuada de arquitectos y diseñadores, los cuales cada vez más implementan esta tendencia a sus diseños.

 

Este término, decoración emocional, acuñado por la decoradora inglesa Ilse Crawford en 2005 traspasa fronteras y afirma que lo que busca es impregnar el diseño con lo que ella llama “valores emocionales”. Sus teorías no solo se centran en el estilo, sino en transmitir emociones, sensaciones y sentimientos. Así es como se crean espacios que nos hablan, nos facilitan un entendimiento entre ambos. Tan sencillo como preguntarnos cómo queremos sentirnos en nuestro hogar, en la tienda, en una cafetería. Es simple. Es por ello por lo que pequeñas cosas como fotografías, objetos que adquirimos con el tiempo, souvenirs de viajes u objetos heredados pueden formar nuestro espacio, todos ellos tienen la capacidad de consolidar esa personalidad buscada que, a veces no es más que un reflejo de nosotros mismo. La belleza está en lo más simple.

 

En un espacio, cada detalle es importante, hay que convertir ese espacio en tu refugio, debe invitarte al recuerdo, debe despertar emociones y debe favorecer diferentes sensaciones. En él debe primar el equilibrio de las piezas que lo conforman y ser ese salvavidas, un espacio donde recargar las pilas para comerte el mundo cuando salgas ahí fuera cada mañana.

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